Publicado en Revista Resumen Latinoamericano (ver aquí)
Se puede cuestionar casi todo, pero lo que
resulta indiscutible es aquello que favorece a una minoría. Pero no a cualquier
minoría, a la minoría de quienes ostentan el poder real, de quienes concentran
la mayor parte del capital.
Esa minoría tiene sus “representantes”
locales, sus capataces, aspirantes a -lo que nunca llegarán a ser-: pequeños
burgueses. Pero si, a quienes se aplica el precepto aportado por Bertolt
Brecht: no hay nada más parecido a un fascista que un pequeño burgués asustado.
En este sentido, la propiedad privada
representa el elemento legal de mayor relevancia y que por ende con más recelo
cuidan dichos sectores. Cuando, en realidad, los derechos constitucionales que
debieran primar son aquellos vinculados a la supervivencia y la vida digna.
Para ello, no debe olvidarse que habitamos un mundo finito, con límites:
geográficos, de capacidad de carga, en definitiva: ambientales en general, por
cuanto la concentración de riquezas, la existencia misma de “ricos” implica
ineludiblemente la de grandes sectores carenciados: “pobres”.