Se define como Casco Histórico a todos aquellos asentamientos urbanos vivos fuertemente condicionados por una estructura física proveniente del pasado reconocible como representativos de la evolución un pueblo. Una de sus particularidades es precisamente su valor material y el potencial de los bienes de valor patrimonial como dinamizador de recursos, es decir, como factor que contribuye al desarrollo económico.
Las Normas de Quito de 1967 puntualizan los problemas específicos del área latinoamericana y resaltan la urgencia de tomar en cuenta el patrimonio de los siglos XVIII y XIX, definiéndose la conservación de entornos mediatos e inmediatos, la necesidad de trabajar con documentos históricos y de respetar las evidencias de obras. El Párrafo IV de dichas Normas puntualiza “...la necesidad de conciliar las exigencias del progreso urbano con la salvaguarda de los valores ambientas es ya hoy día una norma inviolable en la formación de los planes reguladores a nivel tanto local como nacional. En ese sentido, todo plan de ordenación deberá realizare en forma que permita integrar al conjunto urbanístico los centros o complejos históricos de interés ambiental...”
